domingo, 14 de julio de 2013

EL DESORDEN


He leído un artículo muy interesante, con el que estoy muy de acuerdo además, que podéis ver completo
aquí
, habla de la importancia del orden, no es que haya que convertirse en un obseso del orden, pero el ritmo de vida que llevamos, y las casas que tenemos que no son excesivamente grandes, hacen que si acumulamos cosas, sea complicado mantener el orden, y que al final, nos cueste encontrarlas, o incluso olvidemos que las tenemos. Yo siempre pongo el ejemplo del armario, al final acabamos usando la misma ropa, que es la que tenemos más a mano, y a veces incluso se nos arruga por tener todo apretado. Pueden convivir en nuestro armario ropa de diferentes tallas, y que hace a lo mejor años que no usamos, pero o bien nos da pena, o bien simplemente está en buen estado y aunque no la usemos, no somos capaces de deshacernos de ello.


Hace años oí un proverbio antiguo que decía que los espíritus malignos se alimentan del desorden, no sé si será cierto :) pero sí que es verdad que cada vez hay más terapeutas que defienden tanto el desorden como las tareas pendientes son algo que nos roban energía.


Un resumen del artículo:

El desorden se ha convertido en un serio problema. Ya sea a nivel físico o mental, el desorden te roba la energía que necesitas para funcionar y eso llega a desgastar enormemente sobretodo a personas con vidas muy activas. Con el tiempo nos empezamos a sentir más y más cansados, agobiados y cada vez menos motivados a afrontar la situación.

Pero, ¿qué es lo que alimenta y mantiene vivo ese desorden y esa falta de organización en nuestras vidas?

De acuerdo a un entrevista del Dr. David Kantra (www.centerforcalmliving.com) en la revista Getting Organized, existen ciertas dinámicas psicológicas que, posiblemente, son las que alimentan y mantienen vivo el desorden y la desorganización.

En primer lugar, él cree que se debe a un creciente sentido de inseguridad en las personas. Así como los niños se sienten más protegidos y acompañados cuando están rodeados de juguetes y peluches, los adultos intentan evadir los sentimientos de inseguridad e infelicidad al rodearse con más y más posesiones. Explica cómo las personas compran cosas para suprimir el sentimiento tan incómodo de no tener todo lo que las demás personas parecen tener, y esto se incrementa porque vivimos en una sociedad consumista.

Otra teoría involucra el ritmo tan acelerado en el que vivimos. Un ambiente personal desordenado tiende a ser el reflejo de la demanda personal y profesional de la vida diaria. Las cosas se nos empiezan a acumular y nos volvemos más desorganizados y menos productivos con el tiempo. Lo que nos lleva a sentir estrés e infelicidad cuando nos damos cuenta que todo se nos está juntando: la casa, trabajo pendiente, familia, etc...

Y el principal problema es que ya no cabemos en nuestras casas y oficinas, los seguimos llenando de cosas, y no nos tomamos el tiempo para sacar nada, compramos más, pero desechamos menos. Ese desorden pronto se apodera de la casa, y llegados a este punto, definitivamente no cebemos y recurrimos a trasteros, o cambiarnos a otra casa más grande porque en esta “ya no cabemos”.


Existe un principio del Feng Shui que dice: “Eso que es en el exterior, se asemeja a lo que reside en el interior”.

Nuestro entorno externo actúa como un espejo de nuestro ser interior. Cuanto más se acumula, se desordena o se desorganiza nuestro entorno físico, más perdidos y dispersos estamos en pensamientos e ideas. Es como si tuviéramos un número finito de células de energía disponibles en la mente para usarlas. Si la mayoría de estas células están ocupadas lidiando con el desorden y lo que conlleva mentalmente, obviamente nos quedan muy pocas disponibles para otras áreas que necesitan desarrollarse, como la creatividad, el entusiasmo, el ánimo…

En 1956, George Miller explicó su estudio de “El Siete Mágico” que los seres humanos tenemos la habilidad de manejar siete (dos más o dos menos, dependiendo del individuo) pensamientos o ideas a la vez. Una vez que esos siete “campos” están llenos, o no entra nada más o uno de los siete originales es reemplazado por el nuevo. Es por eso que el Dr. Kantra cree que, como el desorden y la desorganización abundan en nuestras vidas, nos pasamos la mayor parte del tiempo preocupados con cosas que se tienen que hacer, lo que todavía no se ha podido ni empezar, cosas que nos abruman, cosas que queremos, etc. Nuestros siete “campos” están tan llenos, que se nos cierran las posibilidades de otras opciones -oportunidades para sentirnos felices, satisfechos, contentos, creativos, etc.


El Dr. Kantra cierra con una analogía, una casa es para una familia, como una pecera es para un pez. Si la pecera está llena de agua con un pH inadecuado, o si el agua está sucia o muy alcalina, el pez va a sufrir. Así pasa con nosotros cuando estamos rodeados de desorden y suciedad en nuestras casas. Podemos usar la energía que en este momento se está desperdiciando en cosas que nos estorban, que están fuera de su lugar y que realmente no las necesitamos, y mejor aprovecharla para hacer cosas más productivas que vamos a disfrutar más, como convivir con los niños, leer, tomar un café con las amigas, escribir o meditar.


Al limpiar tu entorno externo de las cosas que no usas o ya no quieres, y depurar las cosas que se han acumulado a tu alrededor, te ayudarán psicológicamente a alcanzar una forma de vida más saludable y una vida más feliz.

5 comentarios:

Jorge Ariz dijo...

Lo prometo, mañana mismo ordeno mi habitación!! :-)

Claudia Torre dijo...

Gracias por comentar sobre mi artículo. A mí también me parece un tema súper interesante y me da gusto que más gente hable del desorden para inspirar a gente como Jorge y hacer una diferencia en su hogar. Saludos!

PEPE ORTIZ dijo...

Es increíble como el desorden se ha ido apoderado poco a poco del entorno perosnal de forma casi inperceptible. Voy a tratar de poner énfasis en el ordem.

Unknown dijo...

:( y por donde empezar

Jorge Ariz dijo...

Continúo haciendo un gran esfuerzo para mantener la habitación ordenada. Eso es lo duro, el mantener el orden (cuando llegas cansado y tan sólo te apetece arrojar tus ropas en cualquier sitio, por ejemplo). De momento, todo ordenadito y bajo control. Eso sí, algún día tendré que enfrentarme con las cajas que contienen años de mi vida escocesa... pero eso tendrá que esperar.